Con mi hipocresía tengo suficiente, gracias

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Posted by Turin666 | Posted in , , , , , , | Posted on 7:25




Una vez más, demostramos lo influenciados que estamos por los medios de comunicación y lo felices que somos tomándonos nuestra dosis mensual o, en ocasiones, anual, de dignidad. Con alzar la voz un par de veces al año y echarnos las manos a la cabeza con fingida cara horrorizada otras tantas, vamos que nos matamos.

Recientemente salió en la prensa, probablemente informada por Amnistía Internacional, la inminente ejecución por lapidación de una mujer en Irán que, según dice el gobierno Iraní, (que tiene cojones que se preocupen de cuernos mientras que, por otro lado, la lían parda con todo ese rollo del tratamiento de uranio enriquecido) cometió adulterio.

Tras conocerse la noticia, la gente empezó a mover la lengua en los foros y corrillos vecinales, por la gran injusticia que esto representa, preguntándose cómo puede haber personas capaces de tal atrocidad.

Poco después, el gobierno iraní rectificó y decidió que, en vez de lapidada, la mujer sería ahorcada...¡qué considerados estos iraníes!

No obstante, no escribo esto (al contrario que la gran mayoría de la población) para decir que salvajes son estos iraníes o para exclamar vanos "¡hay que hacer algo!" y demás, no. Yo lo que pretendo es hacer ver lo 'inteligentes' que podemos llegar a ser a veces.

Al igual que la mujer iraní, otras tantísimas (tal cual de ancho es el mundo musulmán) están en la misma situación y otras tantas ya han sido ajusticiadas...¡Pero da igual, aquí la única que importa es la que hay ahora y que se ha hecho eco la prensa internacional! A las demás que les den morcilla, que se hubieran buscado la vida para salir en TV, igual así se habrían salvado; no pusieron suficiente de su parte.

Esto es como cuando le echamos 50 cents. a un mendigo en la calle, y ya nos vamos contentos y satisfechos pensando que hemos realizado una buena obra y hemos salvado el mundo.

Y luego están los temas tipo Corea del Norte. Sabemos algo de la situación que allí se vive gracias a que han jugado el Mundial, que si no aún seguiríamos en la más absoluta ignorancia.

Parte de mi crítica es hacia esta sociedad que no mira más allá de sus narices y la otra parte es hacia los medios de comunicación, que deberían ejercer esa labor de defensores de los derechos humanos y de denunciantes de las injusticias más a menudo y no sólo un par de veces al año para lavar las conciencias de la gente que, uniéndose al rebaño, claman a favor de los derechos humanos y de la libertad. Hipocresías las justas, por favor, que las cosas están como están porque los países con más medios no hacen nada y los únicos capaces de hacer que estos países se muevan son sus propios ciudadanos...no habrá jefes de gobierno de cualquier país que se atrevan contra muchedumbres furiosas sedientas de sangre.

Sobre el nuevo disco de Saurom, Maryam.

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Posted by Turin666 | Posted in , , , , , | Posted on 6:16


El grupo gaditano Saurom sacó recientemente su nuevo trabajo, Maryam, disco que todos los seguidores de Saurom esperábamos con mucha ilusión.

Empezaron sacando una canción del disco unos meses antes de sacar el propio disco. La canción, llamada Irae Dei, me pareció un buen tema, pero me dejó un tanto asustado ante lo que estaba por venir porque, independientemente de que el disco sea malo o bueno, Saurom tenía una identidad, un estilo marcado, y cuando escuché por primera vez Maryam entero, mis peores sospechas se vieron confirmadas...Saurom ha dejado de lado el estilo que les llevó ha realizar trabajos como JuglarMetal o Legado de Juglares, obras maestras del género.

Maryam tiene un toque casi black, no sabría explicarlo, pero el anterior estilo...llamémoslo de juglares...más folk, ha sido suprimido por algo mucho más común en el metal de hoy en día.

Soy un gran seguidor de Saurom, y también lo era cuando se llamaban Saurom Lamderth y solo eran seguidos por un puñado de gente...pero este disco...no.

Perez-Reverte y su amor gay

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Posted by Turin666 | Posted in , , , , , | Posted on 10:42

Esto es lo que escribió recientemente el famoso escritor cartagenero:

Nunca antes me había fijado en la cantidad de parejas homosexuales que se ven paseando por Venecia. Los encuentras caminado por los puentes, a la orilla de los canales, cenando en los pequeños restaurantes del casco viejo. No suele tratarse de dúos espectaculares, sino todo lo contrario: gente discreta, tranquila, a menudo con aspecto educado. Mirando a los demás aprendes cantidad de cosas, y en el caso de estas parejas siempre me encanta sorprender sus gestos comedidos de confianza o afecto, el reparto convencional de roles que suele darse entre uno y otro, la ternura contenida que a menudo sientes flotar entre ellos, en su inmovilidad, en sus silencios.

Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones, tranquilos. Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verdegris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y la gama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los ví cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia.

Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adoslescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una mierda, llenos de asco y de soledad. La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara. Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y drag queens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumido y se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.

A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura. Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo. Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.


Mi opinión al respecto es que ellos mismos son los que se están jodiendo día tras día.

Se que suena un poco fuerte decirlo, pero es lo que pienso y es lo que veo. Una nueva "forma de vida" digamos (se que la homosexualidad es más antigual que el sol), pero me refiero a lo que es hacer vida normal de pareja sin que nadie se eche las manos a la cabeza, no puede empezar con extravagancias tan grandes como las Drag Queen esas, las locas, las reinonas que, siendo todo lo tolerante que se puede ser, me parecen gentuza con todas las palabras.

Dos enamorados que no llamen la atención, como estos que ha descrito Reverte me parecen de lo más normal y sano, al igual que las parejas hombre-mujer, pero los escandalosos estos que intentan aparentar lo que no son, y al final acaban consiguiendo una personalidad anormal y extraña...eso es totalmente antinatural e insano, y son los que hacen daño a los homosexuales que, al igual que la gente sensata, solo quieren vivir su amor de forma normal y sincera, sin molestar a nadie, sin llamar la atención de todo el que los rodea a 5 kilometros a la redonda.

No obstante, bien por Reverte, son pequeños pasos que al final servirán de algo.